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Arrastrando cada día
en pesada carga
el alma mía
en un carro ligero
sobre el asfalto
repleto de basura
y desidia.
Paso a paso
recorriendo caminos
que no conducen a ningún lado
entre paredes desconchadas
y colillas de cigarro.
Todas las flores
grises de mi azotea
alimentadas en polvo
como hongos pisoteados
a los pies de una sombra
de verde humillación.
Perros tumbados al sol
aletargando el tiempo
bajo un humo blanco
que vuela sin rumbo.
Un aire denso,
cortante,
hiriente,
rompiendo la sinapsis
de neuronas moribundas
envenenadas en horas
sin minutos.
Fantasmas en las ramas
de los árboles
que acunan
los sueños
olvidados
de los mortales
vendidos
en un mercado
de codicia
y desaliento.
Testigo de rutina
adulterada
sobre
portales impolutos
con ventanas que cuentan
historias
que nadie escucha.
Testigo del ir y devenir
de la bocina anunciante
de una noche de levadura
y desvelo.
Pero no soy el Mesías que esperan
contando
las horas
sobre
un reloj sin manecillas.
Sólo soy testigo observador
que deambula
y retira
sus vergüenzas.
Murcianica!! te mando un saludo desde Veracruz, México. Ah, muchas gracias por incluirte en mi lista de seguidores. Estaré al tanto de tus poesías.
ResponderEliminarManu. vivirparacontarloco.blogspot.com
Fantasmas en las ramas
ResponderEliminarde los árboles
que acunan los sueños
olvidados de los mortales
vendidos en un mercado
de codicia y desaliento...
simplemeten extraordinario...