Sus manos la llevaban a estremecerse
con una húmeda y placentera agitación
que hacía eclosionar todos sus sentidos,
dejándose sucumbir a la embriaguez
que le producían sus lascivos ósculos,
Enredando su piel entre esa vorágine
de lujuriosas caricias.
Subyugando su voluntad
y eliminando toda expresión de rebelión
por parte de su ser.